| articulistasIrene Accarini
 | Barbie_sexualidadfemenina.com
 Para desarrollar el
      tema sexualidad femenina ubicaremos primero una hipótesis en ciertas
      coordenadas. A partir de la experiencia clínica psicoanalítica, en la observación
    del juego de las niñas con muñecas barbies exploraremos su incidencia
    posible en la construcción de la sexualidad.
 Para formular nuestra hipótesis tomaremos a la muñeca como un
    entrecruzamiento de significante y objeto tomados ambos en el discurso del
    Otro, que le da una consistencia especial en el juego de las niñas.
 Luego, recurriremos al arte y en particular a la creación artística
      con muñecos, siguiendo la obra de Cindy Sherman y su relación
      al erotismo femenino.
 Por último, extraeremos observaciones acerca de la mujer actual, e intentaremos
      definir de qué índole son los cambios en la época.
 
 I.
 
 Mucho se ha escrito sobre este tema en la literatura psicoanalítica,
    recordamos la clasificación freudiana, algo humorística, donde
    semeja las mujeres a los felinos y los criminales, suponiéndoles un
    invencible narcisismo. El guante lo toma allí Marie Langer, que ubica
    el narcisismo femenino como una defensa necesaria frente al acentuado componente
    masoquista. Con Freud se hizo pasar lo propio de la sexualidad femenina por
    la pasividad, la renuncia o bien la reivindicación fálica.
 
 Es Lacan quién zanja la cuestión con otra aseveración
    no menos humorística: La mujer no existe; queriendo indicar con ello
    que no hay lo propio de la mujer, no hay un significante o un objeto ni una
    anatomía básica que la indique como tal. Pareciera que tal afirmación
    nos deja ante un páramo, pero nos permite retomar la pregunta de donde
    los autores partieron: ¿qué es una mujer?, volvemos así a
    presentar el enigma.
 
 Ubicaremos esta pregunta frente a nuestra Muñeca Barbie-tomada en nuestras
    coordenadas, el significante, el objeto y el Otro.
 
 El significante en tanto decir o huella del lenguaje, el objeto como aquél
    al cuál se apega la libido y representa un vacío, y el Otro,
    como representante de las representaciones que atraviesan las épocas
    y alimenta los imaginarios colectivos.
 
 En todas las épocas se erige un significante que ordena y reúne
    significaciones privilegiadas, unido a un objeto de deseo para proponer una
    versión de la feminidad, generalmente La versión, por tanto más
    cercana al Ideal que al real. Este semblante suele detener las versiones singulares
    de cada mujer que lo asumen como propio y aspiran a él. Esta adopción
    puede generar una verdadera epidemia histérica universal.
 
 Así hemos recortado esa conjunción de significante y objeto para
    proponerlo hoy a la investigación de la sexualidad femenina, en la Muñeca
    Barbie.
 II. Muñeca ha sido siempre un “halago” brindado a las mujeres
  que remite a diversas imágenes y sentidos, tomados en cada historia
  femenina, en el cine, la literatura y la publicidad.Barbie es el nombre de la muñeca más famosa y exitosa del siglo,
  y se reparte en millones de anhelos de niñas y mujeres a lo largo del
  mundo visual.
 
 Presentamos una breve historia, tal cual la encontramos en su página
  web. La primera Barbie se vendió en 1959 (tiene entonces 49 años).
  Su creadora, una ama de casa norteamericana, observó que su hija tenía
  preferencia por las muñecas de papel para vestir que tenían la
  silueta de una mujer adulta antes que las muñecas clásicas. La
  muñeca creada tomó su nombre de la hija de Ruth Handler, tal
  el nombre de la mamá. Ya desde ese momento a un costo de tres dólares,
  batió récords de venta. Barbie misma fue transitando cambios
  mimetizándose con los acontecimientos de las épocas. En los sesenta
  se sumaron su novio, que también toma su nombre del hijo de Handler,
  y luego sus hijitas. La misma página nos señala que la muñeca
  depende más de la voluntad de la época y del marketing que de
  la voluntad de los niños.
 Pero la creadora tuvo una intención, ella lo expresa así: que
  las niñas aprendan a ser mujeres, y no solo mamás.
 ¿
  Lo lograría Barbie?
 Interrogaremos para ello el juego de nuestras niñas.
 
 III.
 Juego 1: Soledad, 11 años. 
 Esta niña arma numerosas escenas sobre la mesa de juego combinando Barbies
    y muñequitos play-mobil. Estas escenas se suceden y superponen unas
    a otras, al modo de cuadros que partiendo de un principio se continúan
    al infinito sin resolución. Así parte de dos amigas y sus objetos:
    casa-jardín-y alimentos, que se encuentran, charlan, van de compras
    y vuelven a la casa a tomar el té, cuando vuelven a la casa son hermanas
    y permanecen mucho tiempo en el parque. Dentro de este sinfín de escenas,
    cada una de ellas permanece congelada no dialectizan, la única transformación
    es el pasaje de amigas a hermanas. No hay presencia de conflictos, ni tampoco
    produce diálogos o interacciones entre ellas, sino de cada una de ellas
    con los objetos, en una relación simétrica, donde una hace lo
    mismo que la otra.
 Este compartir lo mismo traduce la idea de la niña sobre el vínculo
    entre hermanos, por ello la transformación del vínculo de las
    muñecas.
 Cuando el juego debe finalizar, las muñecas se abrazan y se despiden,
    no lo hacen entre ellas, sino de la terapeuta y de Soledad.
 Juego 2: Serena, 9 años y Valentina, 6 años.  Participaron juntas en el juego, son hermanas.
 S. “Jugué hasta los 8 con Barbies, ya no me sale, no sé que
  hacía, jugaba con muchas más Barbies, más de diez. Iban
  al shopping, se compraban ropa, a veces iban al parque de diversiones. Eran
  dos hermanas, que eran grandes y tenían dos hijos cada una. Se encontraban
  a veces y se iban a la playa, vivían en un lugar de playa, jugaban,
  iban a las plazas y hamacaban a los hijitos.
 
 Mientras habla reproduce las escenas, su hermana la sigue por momentos y por
  momentos arma otras escenas jugando sola.
 “
  Tenía una que iba al doctor, otra creo que era bruja y una bailarina.
 Tenían desde 12 años para arriba, también tenía
  las Barbies chiquititas para jugar a la escuela.”  Aquí el juego
  evoluciona a escenas sin B. con muñecos play-mobil, donde una nena está jugando
  a la casita.
 “
  Estaba lastimada, a veces había un accidente, se caían de la
  bicicleta, se lastimaban un poquito, iban del médico y se curaban, estaban
  unos días ahí, la curaban y la familia volvía a recuperarla.
  A veces era yo con Valentina cuando jugaba y a veces personas que yo inventaba.
  Y a veces, iban al zoológico con las más chiquitas. Y a veces
  eran más grandes. A veces las cambiaba y le inventaba el nombre: Penélope,
  Jazmín. Una Barbie Hada es Elina y le dejé el nombre. A veces
  cuando hago historias dibujando Barbies le pongo nombres”.
 En el juego final ubica una mamá paseando al bebé, una nena
  jugando al caballito pero para ello declara: “no voy a usar la Barbie”Valentina a su vez, arma por el contrario una escena intimista la Barbie está en
  el interior de una casa. Su escena favorita es con un bebé que ella
  misma cambia con sus manos, no la Barbie, le da la mamadera y dice ser su mamá.
 Ubica a la B. como espectadora de la escena, ignora a la muñeca hasta
  el final del juego, donde permanece como un ojo-mirada.
 Caso 3: Alejandrina, 8 años.    Produce tres escenas
    diferenciadas, ella misma las cierra poniendo las Barbies en manos de la
    terapeuta y pidiendo que ésta
    produzca su propia escena.Toma la casita de muñecas y la convierte en un teatro de títeres
  ubicándose ella como titiritera y a la terapeuta como público.
 
 A-	toma una B. My-scene, la inclina para saludar a la muñequita que
  está en el balcón de la casita, diciendo: “es una gigante”.
 
 B-	B y Ms juegan la escena. B aparece y saluda: ‘hola, vengo a ver a
  mi amiga, ¿no vieron a mi amiga?’, el público debe responderle ‘¡no!’ B
  se va. Aparece Ms ‘hola, ¿vieron a mi amiga? –‘¡no!’.
  Se va. Vuelve B. ‘no encuentro a mi amiga, ¿la vieron?’ ‘¡sí!
  Allí está, detrás’ B se da vueltas quedando de espaldas
  al público y Ms pasa al frente preguntando ‘¿vieron a mi
  amiga?’ ‘¡sí! Está allí’. El ciclo
  de desencuentros se repite interminablemente hasta que se despiden del público
  sin haberse encontrado.
 
 C- Toma a Barbie y a Ken, B es una maga, va a hacer su truco de partir una
  persona al medio, recuesta a Ken en el tejado de la casita. Tararea una melodía
  de suspenso, B interviene a K separándole el cuerpo por la cintura,
  quedan dos fragmentos, -el tronco y las extremidades inferiores- ‘ahora
  vamos a hacer la magia, lo vamos a unir’ intenta una, dos, tres veces, ‘¡no
  puedo, no puede!’ No funciona la magia, tiene que ir al médico, ¡arreglálo
  vos!
 
 Observamos en estos casos, que nos tomamos el atrevimiento
  de ubicarlos como típicos, que el papel de las niñas en el juego cambia en relación
  al juego clásico, no se ubican en la escena en interacción con
  la muñeca, no adoptan un papel (madre-hija-doctora-maestra), son más
  bien directoras y relatoras de una escena ofrecida a la mirada propia y del
  Otro. ¡La única madre de las Bs. es su creadora! –y las
  mamás que las compran a sus hijas.
 Los papeles circulan entre las B. mismas, son en su mayoría personificaciones
  adolescentes o adultas.
 
 Nos preguntamos que sí mismo encarna Barbie, y si el juego con ella
  es significativo a la construcción de una biografía de la sexuación.
 Partimos con la siguiente observación: hay un desplazamiento en la posición
  de las niñas en el juego con respecto al juego tradicional, en este
  sentido decimos que es falso afirmar que los niños ya no juegan, sino
  más bien, juegan diferente, juegan más allá de la representación,
  más allá de mediatizar con la repetición situaciones displacenteras
  vividas. La secuencia de displacer-placer se halla transmutada. Más
  bien se trata de la tendencia al placer que se instala hasta el agotamiento
  o el infinito ligándose a un goce. 
 El juego con las B. es una mostración, la instalación de una
  escena, una acción. En esto incide la multiplicación del objeto,
  la cantidad de muñecas necesarias para jugar, que es índice a
  su vez, de desapego, consistiendo en un objeto de amor vacío. Es el
  lugar de sujeto el que es cedido a la B, que suprime así en parte la
  subjetividad de las niñas. El cuerpo de las B como el de una mujer desarrollada
  en su plenitud de formas y con ropas a la moda, ofreciéndose como ideal,
  impide que pueda ser maternada o adoptada como par por las niñas, podemos
  decir que suprime el cuerpo de las niñas en su anticipación de
  una buena forma.
 
 Para la inscripción en la sexuación, sería necesaria una
  relación con la falta, quién mejor muestra esto es Alejandrina,
  que produce una B que está en permanente desencuentro e inadecuación
  con todo lo que realiza. Del mismo modo V. que la hace nula para su juego y
  Serena cuando decide al final no usar la B. Es decir, que suprimir a B. permitiría
  un acceso a un lugar posible para la feminidad. Podríamos decir que
  B cumple mejor la misión a la cuál fue destinada por su creadora
  cuando se la abandona después de haberla actuado.
 
 Encontramos que las Barbies introducen a las niñas en el juego de la
  instalación al modo de las manifestaciones artísticas. Podrá el
  arte proponer una respuesta a ¿qué es una mujer?
 
 IV.  Proponemos apreciar la obra de Cindy Sherman en relación a este interrogante.
  CS (1954- NJersey) según nos relata su página web www.cindysherman.com-
  tenía una idea infantil de ser artista relacionada con caricaturas y
  disfraces. Solo conocía a Dalí y Picasso por un libro de la biblioteca
  familiar. Estudió arte en el Collage de Buffalo y se frustró con
  las limitaciones de la pintura, entendiendo que ésta no se podía
  manipular, que exigía síntesis para no saturarse. Se volcó a
  la fotografía luego de entender que ella copiaba las ideas artísticas:
  si usara una cámara sería lo mismo.En sus fotografías, Sherman aparece ella misma personificando roles
  actuados, por tanto no son autorretratos sino “prototipos”, diríamos
  con Freud “Tipos libidinales”, en un abanico de narcisismos, así desfila
  como: ama de casa, prostituta, actrices, personal-trainer, la divorciada, la
  dominada, etc. Cabe señalar aquí que B tiene modelos rechazados
  por su fabricante Mattel, donde figuran estos prototipos.
 
 Entonces, entendemos que Cindy Sherman propone mujeres ficcionadas, conforme
  a los fantasmas de las relaciones hombre-mujer, antes que una propiedad esencial
  de la mujer.
 Es decir, que su producción no deja de estar referida al lazo entre
  los géneros, por ello la sexualidad de sus piezas no la calificaríamos
  de auto-erótica ni una invitación al autoerotismo.
 
  
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 Hay más bien un juego de señuelos, que demanda una mirada que
    tome posición de correspondencia o de rechazo.
 
 De acuerdo a su biografía plástica encontramos, que entre 1985
    y 1989, CS realizó imágenes donde se extraña a sí misma
    extraviándose a través de luces, colores y en la utilización
    de piezas de muñecas al modo de prótesis corporales. En su decir,
    se trata de experimentaciones.
 
 En el año 92 realiza la impactante serie fotográfica “Sex
    pictures”, usando muñecas y sus fragmentos corporales en realizaciones
    sexuales de exhibicionismo extremo.
 Al observar sus obras, vemos que no conducen a éxtasis alguno, no hay
    placer en el encuentro sexual ni en la portación de un cuerpo sexuado.
 Desde este lugar la asimetría entre varones y mujeres parece borrarse,
    a pesar de la presencia genital diferenciada y deformadas hasta la exageración
    como en el remedo del falo del célebre mural pompeyano.
 Esta asimetría pasa a un segundo plano pues es la acción la que
    se privilegia y la fragmentación del cuerpo por una suerte de implosión.
 Esta acción parece ser de resorte interno y los fragmentos corporales
    dispersos parecen decir “se hace lo que se puede”.
 
 La artista parece indicar así el aforismo lacaniano: “la relación
    sexual no existe” y exponer que, la dificultad entre los sexos es en
    realidad una dificultad con el propio cuerpo. Un cuerpo siempre fallido, siempre
    al borde de la ruptura y el quiebre, insuficiente para el placer.
 Si hay algo que lo tornaría poderoso es la imaginación al estilo
    de la “Broma”, como el falo pompeyano, o los genitales femeninos
    grandiosos, que si lo tomamos como ideal o esencial resultan un priapismo ridículo
    o un exhibicionismo torpe. Autónomos niegan la falta y caen por ello
    bajo su peso. Aquí tampoco hay fantasma, no hay perversión, no
    hay una erótica soñada.
 Entendemos que el poder-hacer del cuerpo sexuado reside en el placer lúdico,
    en la transformación mutante del cuerpo no en el en-sí.
 
 Extraemos esta enseñanza de la obra de Cindy Sherman. Se trata no de
    embromar al otro, al partenaire, sino de embromar al cuerpo propio. La acción
    de camuflaje no tiene como destino al Otro sino al propio cuerpo. Del mismo
    modo
    no se trataría tampoco de ofrecer un señuelo al espectador de
    la obra sino al cuerpo mismo.
 
 La artista procede al igual que los niños al disfrazarse, con la ganancia
    del mismo placer. Los niños no engañan con su disfraz al Otro,
    sino que repiten con toda seriedad “yo me fui, hablale a la Princesa,
    a Batman, etc.” Es decir, su cuerpo se ha trasmutado al punto de la desaparición,
    el cuerpo así está engañado de sí mismo.
 Este ludismo es en realidad, un desengaño al cuerpo de la Bella forma,
    de este modo la broma postula que todos los cuerpos valen para el erotismo
    y la sexualidad.
 Si traemos de nuevo a consideración a Barbie-muñeca, podemos
    decir que su presentación fashion, por el contrario, se propone el engaño
    del Otro, más que señuelo para el cuerpo lo es para las subjetividades
    femeninas actuales que en cientos de miles de cirugías plásticas
    y dietas la tienen como objetivo. Así lo que natura no da Barbie lo
    presta.
 Una artista argentina, Yanina Signorelli, lo ha mostrado muy bien en una
    reciente muestra.
 V. Podemos dejar, en base a estas coordenadas, una primera
    reflexión a
  modo de conclusiones preliminares: Barbie-muñeca solo se refleja a sí-misma,
  es decir, su propia imagen ideal en un triunfo del narcisismo, así puede
  besar sus propios labios, es por ello, que no se ofrece como superficie donde
  las niñas encuentren un nombre que las nombre, o una imagen de sí,
  o un objeto consistente para alojar una falta. Se convierte más bien
  en Otro del Otro.  Por otro lado, la búsqueda artística en
    la presentación
    del cuerpo sexuado sin belleza, invita a un hacer con esta falta, un hacer
    desengañado de ideales imposibles o de esencias válidas para
    todos; un hacer cercano a la variación del objeto y a la pérdida
    de la imagen.Proponemos entonces, a la sexualidad femenina análoga al objeto artístico:
    un producto a hacerse y rehacerse en el encuentro con el otro.
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