El evento como modalidad de la acción

El encuentro como lectura. Uno: Los artistas se encuentran,  pero ya no es un encuentro de obras expuestas, no es una exposición. Para presentar sus acciones, el ver y leer se superponen, son perfomances.  Dos: Pases de videos, conferencias, debates... para recomponer, articular algo de dichas presentaciones. Tres: La participación activa de los espectadores, y el valor efímero del evento, implica por consiguiente la dificultad de su escritura, de allí es que el artista escribe, filma videos, registra el evento, incluso, en algunos casos, es  comisario de dichos eventos, artista y comisario se articulan.

Los conceptos 

Aquí en este punto se producen giros importantes en el proceso. Por un lado ‘la obra’ sale de las salas de un museo, de ‘estar expuesta’ de manera fija, por un tiempo determinado, a la espera de la mirada del espectador, pasa a cambiar de contexto, sale a la calle, al patio, a la galería, etc, es efímera, se presenta por un tiempo determinado, pero no a la espera de la mirada del espectador, en algunos casos, sino a la participación del espectador. Obra y espectador forman parte de ‘la misma cosa’.  

Ya no es sólo  un  ‘hacer ver’, por este salto de la representación a la presentación (nota 02), sino es ‘un hacer participar’ al espectador de una acción que ocupa ese lugar. Ahora es una acción la que ocupa el lugar de la representación, una acción no representada, sino presentada con su propio cuerpo, el del artista y el del espectador. En el caso de tratarse de un festival, se trata de una a otra acción, de una a otra participación. Presentación, acción y participación serán los nuevos conceptos a tener en cuenta. Entonces, aparece el evento como modalidad de una acción participativa, entre uno y el otro. 

El sujeto como producto de la operación  ‘ver’. 

La serie de operaciones ‘ver, decir y escribir’ estudiada por los pensadores de los últimos 50 años han producido cambios significativos en la forma de ver y leer, al sujeto y sus relaciones  particulares con la realidad. Sujeto y realidad, otros dirán sujeto y vida, serán ahora los conceptos fundamentales, no nos olvidemos que estarán representados por el cuerpo, y particularmente por el cuerpo del propio artista. El cuerpo representará al artista, sujeto y realidad serán sus objetos.  

Ahora la producción se denominará perfomance, no se trata de todo lo que se denomina ‘arte de la acción’ sino una particularidad de este. No se trata de la acción misma, por ejemplo de los objetos ( en el cine de Michel Haneke), o del accidente como objeto (en el cine de David Cronemberg) sino de producir acciones con su propio cuerpo, su cuerpo será el objeto de sus acciones, se trata de un salto del ‘dar a ver’ a ‘un darse a ver’.  

De allí que el espectador con su ‘participación’ –la acción de participar- también forma parte de ese ‘darse a ver’, o es objeto de esa acción del artista (La Fura del Bahus), en ambos casos artista-perfomance-espectador, son la misma cosa. En cualquiera de los casos la acción ocupará el lugar de esa ‘falta de objeto’.  

En un primer momento lo efímero de este ‘hacerse ver’ sólo dejaba marcas en los participantes en directo, lo que quiere decir no hay escritura ninguna de dichas acciones, mas allá de un programa de mano, de un cartel informativo, etc. Más adelante, al hacerse cargo de esto, intentaron registrar algo de este proceso: videos, conferencias y debates, empiezan a ser una forma de dejar algún registro de dichos eventos. 

Ahora, el  comisario / artista, producirá el evento, el acontecimiento, serán los nombres de dicha producción. El festival, como evento, también será efímero, en esas horas, en esos días, ver las obras quiere decir participar de ellas, e ir al festival querrá también decir esos días y esas horas determinadas. Ya no será tan importante la obra, incluso el nombre de la obra, sino el artista y su nombre. El nombre del artista ocupará el nombre de la obra. Su nombre será su propia obra, no dejará restos materiales importantes.  

La materialidad del cuerpo, como objeto para el artista, significara la producción del ‘nombre’ como lo inmaterial de su obra, será el sujeto mismo del artista la obra a producir. La expectación de ver la obra de estos nuevos artistas será participar en su producción, en algún caso individual en otro colectiva.  

El objeto. El cuerpo y sus objetos siguen siendo el objeto fundamental en este período, de allí los artistas trabajan con su propio cuerpo  pero en estrecha relación con su realidad, de allí que forme parte de lo que se denomina ‘arte de la calle’, los encontramos en plazas, en patios de edificios públicos, etc. El artista no deja su obra ‘muerta’ en el museo, es él la obra que se ‘presenta en la calle’, artista/obra/participación serán la misma cosa, ahora participan de la vida cotidiana, de la vida política, de las reivindicaciones sociales/sexuales/raciales, etc. Allí donde el sujeto no es escuchado por su discurso, por un decir que se manifiesta por sus fallos, ‘es visto’ por su presencia, se manifiesta por sus acciones.  

Ante la caída del discurso del otro, de la religión, de la política, de la ciencia, el artista se manifiesta por sus acciones, ante la falta de discurso surge la acción. Así como los artista ‘objetales’ desde el dadaísmo a la actualidad, han trabajado con el resto de la sociedad de mercado, donde todo se consume, el artista de la perfomance, trabaja con el resto de la desacralización, de la vanalización del cuerpo por el mercado y por la ciencia, muestra el resto de una subjetivación decadente, sus acciones con el cuerpo. Intentará subjetivarse, a través de sus acciones, ‘hacerse sujeto’, sujeto de la perfomance.  

Slavov Zizek, Judith Butler, entre otros pensadores de la post-modernidad, han trabajado esta idea de la caída del ‘otro del discurso’ del otro como ‘Amo’, como amo de los significantes, para introducir un ‘Otro’ perfomático, un otro de la acción, no sabemos del otro como efecto de la serie significante, de su discurso, sino de sus acciones. Si entre un significante a otro, entre una imagen a otra, se produce un efecto sobre el sujeto, ante la caída de esta forma-efecto, la acción será el objeto, de allí performance será otra manera de nombrar al Otro, de ser nombrado por el otro, pero de manera imaginaria.  

El film ‘El verano de Kikujiro’ de Takeshi Kitano,  narra la relación entre un hombre maduro y el niño al que decide acompañar en busca de su madre, a la que no ha visto nunca. A lo largo del viaje tropezarán con extraños personajes, desde una pareja de punks al personal de un hotel solitario, etc. Casi no hay palabras entre los personajes, sólo acciones, podría decir perfomance, no se trata de una narración sino de una fragmentación de perfomance, que se suceden una tras otra, en las diferentes escenas.  

Es un viaje en busca del Otro, la madre ha formado otra familia en otro pueblo, pero a través de las acciones/perfomance, algunas planeadas como las escenas del agua, del hombre tiburón, del hombre pulpo, del hombre mecánico, le muestra el camino de ida y vuelta de la soledad humana, ante la caída de los grandes ideales sociales del siglo pasado: la familia, el trabajo, la escuela, el orden, las normas de convivencia, el lugar como lugar donde vivir, etc. No se trata de Otro que le señala la ley simbólica de obtener las cosas, y una ley que castiga si no lo hacemos de manera correcta, sino es obtenerlas de cualquier manera, algunas divertidas, otras más o menos violenta, algunas simpáticas otras imperativas, incluso insultantes.  

El drama de la existencia en la modernidad, el discurso de la modernidad en tanto dramático, aquí se desmonta, no se trata de un retorno a la tragedia planteado por autores como Michele Haneke, sino que la sucesión de acciones si están bien orientadas, si tienen la dirección correcta, algo puede ser posible de rescatar. Creo es esta la intención de Kitano, hasta ahora el gran realizador de cine sobre violencia, sino es posible la reconciliación con el otro del rechazo, la solución es el terror, aquí nos dice: ‘La acción en tanto perfomatica, puede ser otra salida’ Ante la caída del padre en tanto patriarca –en particular para Japón- no tiene porque ser el retorno del padre terrible, otra solución puede ser el padre en tanto perfomático.  

Los eventos -los festivales, los encuentros- como sucesión de perfomance, nos pueden enseñar, si no es posible ‘la palabra’ por su cercanía al terror, la violencia, o el horror, a un real imposible de cernir,  que la acción en tanto coordinada, en tanto participativa,  puede decir algo como una otra salida, imaginarizada, a la espera de una nueva significación.