22 Barcelona marzo de 2012
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Alberto Caballero / coordinador de GEIFC grupo de estudio e investigación de los fenómenos contemporáneos y de: Action Art magazine sobre la acción / publica: // Instalar...la acción // en Escáner Cultural desde el nº 77 www.escaner.cl / exprofesor de la asignatura ‘Introducción a las teorías contemporáneas’ Máster en comisariado y prácticas culturales en arte y nuevos medios en MECAD\Media Centre d'Art i Disseny de la Escola Superior de Disseny ESDI y la Universitat Autònoma de Barcelona / miembro de AIAP Asociación de interacción Arte-Psicoanálisis Buenos Aires, Argentina.

De la mujer a la perfomance VII

Morir como obra de arte
Virginia Woolf y Silvia Plath:

Veremos dos películas que tratan de este anudamiento entre el amor y la muerte como obra de arte en dos escritoras con nombre propio: Virginia Woolf y Silvia Plath:

Dirección: Stephen Daldry.
País: USA. Año: 2002.
Interpretación: Meryl Streep (Clarissa Vaughan), Nicole Kidman (Virginia Woolf), Julianne Moore (Laura Brown), Stephen Dillane (Leonard Woolf), Miranda Richardson (Vanessa Bell), Ed Harris (Richard Brown), Guión: David Hare; basado en la novela de
Michael Cunningham.
Música: Philip Glass.
Fotografía: Seamus McGarvey.
Montaje: Peter Boyle.

Por un lado 'Las horas (The Hours)' es una película dramática estadounidense del año 2002 dirigida por Stephen Daldry. El guion, escrito por David Hare, es una adaptación de la novela homónima de Michael Cunningham, ganadora del Premio Pulitzer en 1999. Se basa en la vida de 3 mujeres en tres tiempos diferentes del siglo XX. La película gira en torno a la novela Mrs. Dalloway de Virginia Woolf (1923).


La película nos muestra como Virginia Woolf escribe la novela Mrs. Dalloway. Muestra sus problemas de salud, la forma en que adelantaba la redacción de su novela y sus problemas de comprensión con su marido. Se muestra también su relación incestuosa con su hermana. Laura Brown (1951) lee la novela durante el día de cumpleaños de su marido. A pesar de la aparente felicidad que envuelve su mundo, su mundo se le viene encima al conocer que una vecina a quien ama secretamente se encuentra enferma y puede morir. Intenta suicidarse. Se debate entre seguir con su familia o abandonarla. Tras desistir del suicidio, decide abandonar a su familia después de tener a la hija que espera. Clarissa Vaughan (2001). Es la versión contemporánea de la protagonista de la novela que está escribiendo Virginia. Está enamorada de manera ambivalente de su amigo Richard, un brillante poeta que está muriendo de sida y que es el hijo de Laura Brown.

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Dirección: Christine Jeffs.
País: Reino Unido.
Año: 2003.
Interpretación: Gwyneth Paltrow
(Sylvia Plath), Daniel Craig (Ted Hughes),
Jared Harris (Al Alvarez), Blythe Danner
(Aurelia Plath), Amira Casar (Assia Wevill),
Andrew Havill (David Wevill
Guión: John Brownlow.
Música: Gabriel Yared.
Fotografía: John Toon.
Dirección artística:
Jane Cecchi, Joanna Foley y John Hill.
Vestuario: Sandy Powell.

La segunda película cuenta la historia de la relación entre los poetas Sylvia Plath (Gwyneth Paltrow) y Ted Hughes (Daniel Craig) y su influencia en los problemas psicológicos de Plath y la trans-formación de ésta en uno de las poetisas más destacadas del siglo veinte. Al comienzo del filme Sylvia Plath es una especie de niña prodigio literaria con la ambición de convertirse en una gran poetisa que llega a Cambridge con una beca. Cuando lee los poemas de un joven inglés llamado Ted Hughes se empeña en conocerle. Ted le da su dirección y tras una noche de borrachera recitando poesía hacen el amor. Durante un intenso noviazgo entre Cambridge y Londres, Ted descubre que Sylvia ya ha intentado suicidarse al menos una vez y que vive atormentada por la relación con su padre Otto, ya fallecido.

Se casan y se establecen en Londres. Sylvia se sumerge en el trabajo y sueña con todas las novelas que quiere escribir, sin embargo, cuando se sienta a la mesa no le sale nada. Se vuelve cada vez más paranoica acerca de la atención que Ted presta a otras mujeres. La pareja decide mudarse al condado de Devon, y empezar de nuevo. Sin embargo, mientras tramitan el alquiler de su piso de Londres conocen a David (Andrew Havill) y Assia Wevill (Amira Casar). Entre Ted y Assia surge una atracción inmediata pero el traslado a Devon parece anular la posibilidad de una relación entre ellos. Ted y Sylvia tienen su segundo hijo pero cuando Assia y David visitan a la pareja Sylvia se da cuenta de la amenaza. Sin embargo, ya es demasiado tarde y Ted y Assia emprenden una aventura. Irónicamente, el sufrimiento de Sylvia se plasma en una obra poética de enorme fuerza. El estado mental de Sylvia se deteriora hasta que se da cuenta de que ya no es capaz de cuidar a sus hijos. En un último intento desesperado, Sylvia se cita con Ted y le propone que se olviden de todo y que empiecen de nuevo. Aunque una parte de él quiere aceptar su propuesta, se ve obligado a contar a Sylvia que Assia está embarazada. Para Sylvia es la gota que colma el vaso. Al final Sylvia consigue la fama y el éxito que tanto anhelaba pero a un alto precio.

  la fragilidad de la estructura psíquica
la fragilidad de la posición sexual
el amor a la fragilidad
la fragilidad de la escritura


Estos dos casos, Virginia Woolf y Sylvia Plath , en principio muy distintos, nos lleva al mismo final, ‘el pasaje al acto’, el suicidio de la protagonista, de la escritora. La escritura no logra frenar esa caída en precipicio, que se anticipa, que se escucha desde el comienzo de ambas películas….el acto es el objetivo primero. Algo se ha rota ya hace tiempo, quizás desde el principio, que la escritura intenta suturar, pero no se logra. No logra ser una suplencia a la falta que se ha convertido en un abismo, no logra localizar un objeto que cubra el agujero que se tapona, que ahoga, que asfixia, no hay salida, el acto será la última salida.

Si escribir es hacer con la marca, es atravesar el significante, el significante de la falta, para un reencuentro con las marcas primeras, es usar al significante para ir mas acá. Si esto no se da, se da un exceso, un taponamiento, una obturación, no hay agujero que atravesar, no hay vacío que bordear.

De allí que el contrato sado-masoquista, como escritura, como escritura de lo imposible, sostiene dicho abismo, le hace de borde, pero no definitivamente, sino cada vez, se trata de un juego de dominio, donde el dominado (en principio mas fuerte) se deja dominar por el dominante, para poder dominar la pulsión de muerte y transformarla en escritura. Pero no siempre da el mismo resultado y es la misma escritura que lleva a la muerte, al acto del suicidio, a la caída definitiva. ¿Por qué se trata de una caída? Porque se trata del levantamiento de la represión, la pulsión tiene dos destinos fundamentales, la represión y la sublimación. Para poder canalizar, mediatizar, bordear la pulsión tiene que haber ‘algo’ reprimido, pero para poder escribir la represión se debe levantar, levantar la prohibición que instaura la represión (fundamental para la escritura), un significante esta reprimido, y por lo tanto falta en la cadena, escribir es atravesar cada vez dicha falta.

Cuando las mujeres ponen el amor en juego, en esta triada: amor>muerte>escritura, es atravesar la represión, si esta operación es frágil, si cada vez es más frágil, si cada vez se le exige más al amor para soportar dicha fragilidad, el mismo amor que en principio la sostiene ante la fragilidad, la precipita al abismo, se trata de un amor a la fragilidad. La falta que hace cadena significante, la falta que bordea el agujero, su fragilidad cada vez mayor desencadena la cadena, la rompe y lleva al sujeto al precipicio psíquico (incluso internación psiquiatrita en los dos casos) y a una reincidencia en el suicidio (en los dos casos). El otro del amor ya no puede hacer nada, las promesas, el contrato de mortificación y alivio ya no soluciona nada. Nos encontramos con la Nada.

¿Por qué el amor y la escritura mortifican tanto a las mujeres? ¿Por qué el amor a la escritura mortifica a las mujeres? Porque es el encuentro con lo imposible, no hay escritura definitiva de la mujer, la mujer esta no-toda escrita, por lo tanto no hay escritura toda del amor, no hay promesa de amor, no hay contrato de amor completo, no hay relación total satisfactoria y eso mortifica a las mujeres. Escribir sobre eso es atravesar lo reprimido, lo reprimido del amor.

El amor en tanto reprimido, lo que pone en funcionamiento el aparato de la escritura es la parte reprimida del amor, el amor que nunca será, que nunca se podrá escribir. El Amor Todo al Otro, lo vimos en el amor místico, en las místicas, y en el lado opuesto, el amor cortés como el amor intelectual, el amor a cortejar, a postergar, como un plus de goce, el amor al arte, el amor en tanto representación. En el primero la promesa es el Amor del Otro, más allá, en el segundo el arte como compensación a la ausencia.

Ahora con el contrato sado-masoquista, se ha perdido el objeto, ya no es ‘El Otro, ya no es ‘el otro’, la perdida ha dejado un agujero, un agujero irreductible, imprescindible bordear para no caer en el abismo. (When Nietzsche Wept, de Pinchas Perry. Novela de Irvin D. Yalom). “La historia comienza cuando el afamado médico vienés, Josef Breuer, acude a un inesperado encuentro con la joven e imponente Lou Salomé, hermosa tanto en belleza como en ideas, quien dice acudir en su ayuda con intención de ayudar a un desconocido amigo suyo de claras tendencias suicidas. Si bien éste no es de carácter famoso, ella le augura un glorioso futuro, un sujeto "bajo cuyas reflexiones está el futuro de la filosofía alemana", según sus propias palabras. Si bien al principio se muestra indispuesto, se encuentra a sí mismo aceptando al final la propuesta seducido por los encantos de la joven. Sin embargo, hay otro problema: Nietzsche se muestra resistente a todo tipo de ayuda y no admite su problema psicológico. Breuer deberá cumplir con la difícil misión de curar su mente sin que éste lo sepa, para lo cual será necesario tender la farsa de una serie de enfermedades físicas que acosaban al filósofo.”

En este pequeño fragmento del film, se lee claramente la idea del suicidio. La relación entre La Nada y el suicidio, no es una nada que ponga límites al Todo del Otro, ni una nada que haga borde, que se haga agujero, es una nada abismal, ‘Nada tiene sentido’, la nada ocupa el lugar del sentido. Ya no se trata del agujero de lo simbólico que anuda lo real, ya no se trata del sentido que suple dicha fragilidad, sino de un nada que ocupa el lugar del sentido, entonces la imaginarización se desprende de todo real y de todo simbólico y ocupa todo, se desborda, va más allá de toda escritura. Ni la vida cotidiana, ni la rutina misma de escribir, ni el amor por el amante o los hijos, suplen la fragilidad que se ha precipitado en rotura.

La escritura contiene, pero no sutura la rotura, tenemos un ejemplo clásico en la obra y en la vida de Primo Levy, que a la salida de los campos de concentración ha producido una obra de gran importancia literaria, pero ante la muerte de su madre, lo llevo a precipitarse por el vacío de la escalera del edificio donde vivía.

La próxima nota utilizare los Films dedicados a Iris Murdoch y Jacqueline Du Pré, como otras maneras de caída, la caída del lenguaje (el Alzheimer) o la caída del aparato nervioso (la esclerosis múltiple), llevan a la anulación del sujeto, donde el arte, donde el aparato de la sublimación no puede acceder, no puede con Todo.

Hay que pensar seriamente en estas cuestiones que anticipan al siguiente momento: cuerpo> acción> performance, que lleva a la mujer a poner el cuerpo, su propio cuerpo, ahora el operador no será el acto, será la acción y ya no se trata de una escritura, se trata de la performance, del arte de la acción. Las mujeres tuvieron que poner su propio cuerpo, para poder anudar algo de la represión, pero no con la representación sino con la presentación, pero esto lo dejaremos para más adelante.

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Alberto Caballero, Barcelona Marzo 2012
acaballero@geifco.org

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